irlandesa, son los mismos que los germanos identifican como los
Ases
, esto es, los
extraterrestres descendidos de los astros.
En el citado Libro de Enoc aparece el relato en el cual Lamec, padre de
Noé
afirma:
“He tenido un hijo diferente a los demás; no es como los hombres, sino que parece
un hijo de los ángeles del cielo”.
Robert Charroux
, por su parte, sostiene la
posibilidad de que
Noé
fuera un hiperbóreo, ya que su padre lo describe con
“la
carne blanca com
o la nieve y roja como la flor de la rosa, y su cabellera blanca
como la lana; sus ojos eran hermosos...”.
Y efectivamente, ése es el aspecto de los
antiguos hiperbóreos.
Hay que memorizar, nos informa de nuevo el autor galo, que los nórdicos sitúan la
p
atria de los hiperbóreos y su capital, Thule, en el extremo septentrión donde, se cree,
debieron aterrizar los primeros seres llegados de las estrellas. Estos hiperbóreos,
según germanos, celtas y las antiguas tradiciones, proporcionaron la raza de los
hom
bres superiores que se hundió con su continente cuando se produjo el cataclismo
mundial o el “hundimiento de la Atlántida
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